lunes, 6 de diciembre de 2010

Superar los miedos

Dicen que los realmente valientes no son quienes nunca tienen miedo (eso sería ser un descerebrado), sino los que lo tienen y son capaces de seguir a pesar de él.


Desde que tengo uso de razón he sufrido de una fobia irracional a las agujas. Tampoco es que me ponga histérica cada vez que veo una, pero los hechos son que a los 24 años sigo pasándolo fatal y poniéndome MUY nerviosa y agobiada cada vez que tengo que someterme a un pinchazo. Me cuesta respirar, me tiemblan las manos, no puedo mirar ni por un solo segundo la jeringa y mucho menos la aguja... Si unimos todo ello a que los últimos pinchazos han sido para sacarme sangre, que la sangre también me da mucho repeluco y que a esas cosas hay que ir sin desayunar, el resultado es que el 100% de las veces acabo con tó la carita de Víctor Van Dort (el novio de la novia cadáver, para más señas), y la enfermera temiendo que vaya a caerme redonda de un momento a otro.


Y todo esto a pesar de que racionalmente comprendo que los análisis son buenos para mí, que es solo un momentito, que apenas voy a sentir un pinchacito y todas esas cosas que siempre me han dicho para tranquilizarme mi madre o mi padre, la enfermera y hasta la recepcionista de la clínica.

El problema cuando tienes una fobia es que aunque entiendes a la perfección que racionalmente es absurda, no puedes dejar de sentirla.

Pues bien, hará unos cuatro años hice una excursión en bici que acabó regular para mí: debido a una semi-caída tonta que a día de hoy aún no entiendo, acabé con un esguince de segundo grado en el tobillo izquierdo. Estuve con el pie vendado y con muletas 17 días, durante los cuales debían administrarme una sustancia anticoagulante para evitar que el pie, tan comprimido e inmovilizado, se me gangrenara. ¿Lo malo?

El medicamento venía en forma de inyecciones. Y tenía que administrármelo diariamente.

Os podéis imaginar cómo me quedé al enterarme.

El primer día vino una practicante a mi casa a inyectarme. Me explicó cómo se hacía (era en la barrigota, en tejido adiposo; al menos no había que buscar ningún vaso, brrrrrr), y me preguntó si hacía falta que siguiera viniendo, o si creía que nos las apañaríamos en casa.

¿Sabéis qué? Que le dije que nos las apañaríamos... y decidí ponérmelas yo misma de ahí en adelante. Ya que había que hacerlo... me fiaba más de mí que de otros. Yo sé cuándo me duele.

Y así me pasé dos semanas, yo que siempre había retirado la vista a las agujas, que no había querido ni ver la jeringa, ahora tenía que mirarla fijamente, cogerla con mi propia mano con firmeza, cogerme un pellizco en la barriga con la otra mano y... y así me quedaba por lo menos diez minutos todos los días, sentada en el váter (me encerraba en el cuarto de baño, no quería que nadie me molestara). Mirando la jeringa, mi barriga, la jeringa otra vez... deseando estar en cualquier otra vida, en cualquier otra piel, fuera la que fuera, menos en la mía. Hasta que llegaba el momento de respirar hondo y mi mano, inspirada y guiada por a saber qué fuerza misteriosa, hacía lo que tenía que hacer.

Aprendí a hacerlo bien y todo. No me dolía en absoluto, y en la mayoría de las ocasiones conseguí hacerlo sin derramar ni una gotita de sangre. Me convertí en una experta en pinchar barrigas. Bueno, en pinchar la mía. Y lo mejor era el momento después de pincharme. Sí, ha sonado a yonka XD, pero me refiero a que me sentía poderosa. Mola ganar batallas contra ti misma.

Tras esta terapia de choque alguno podría pensar que me curé de mi miedo a las agujas... pero nada más lejos de la realidad. A día de hoy sigo siendo tan miedosa como antes, y pasándolo igual de mal cuando me hacen un análisis de sangre.

¿La diferencia?

Ahora sé que puedo con ello. ;)


Y vosotros, ¿habéis tenido que superar algún miedo?

2 comentarios:

Wiz dijo...

Bueno, yo tengo aracnofobia. Intensa. Muy, muy intensa. A veces intento superarla, en los campamentos por ejemplo, cuando tengo que matarlas a docenas en la tienda, pero suelo siempre me acaba superando y tengo crisis nerviosas los últimos días xD De hecho, mi padre a veces me "camina" por el brazo con los dedos y salgo gritando, sólo por lo que se parece a una araña... Es horrible.

Pero bueno, al final estos miedos son los menos malos... Eso siempre me consuela ^^

Laura dijo...

Puessss a las alturas y los espacios cerrados, pero las he ido superando y, si bien no me gustaría qeudarme encerrada en un sitio muy estrecho o asomarme sin reparos por un balcón, no es algo que me quite el sueño :P. y a la muerte, después del último verano digamos que cada vez me deja de dar más miedo ese "ente". Besis pesis!!. Xa-LFDM

PD. me debes llamadas, mail, mp, mensaje... hija ¿dónde te metes que el único día que casi conseguimos contactar estaba en clase y no podía cogerlo, a la apr de que em dejé el movil en casa :P? ¡quiero saber de tu vida como su amante que soy! loveyou cantidas :3