martes, 6 de enero de 2009

Noche de Reyes



"Me desperté asustada, y oí como si un gato estuviera arañando las maderas del balcón. ¡Los Reyes Magos!

Entraba la luna por las rendijas, y entraba el frío también...

De buena gana me hubiera levantado a ver lo que ocurría, pero ¡me daba un miedo!... Me tapé la cabeza y empecé a rezar.

"Jesusito de mi vida, tú eres niño como yo..."

De repente, ¡pum!, ¡pum!, ¡pum!, un ruido terrible de cosas que caen sobre el balcón..., y me encuentro en camisa, delante de un señor negro con corona, que está sentado en la barandilla.

-¡Dios te salve, Celia! -me dice.



-Que Dios te salve a ti, Rey Negro, porque si no, te caerás a la calle.

-Yo no me puedo caer, porque no peso.

-¡Qué bien! Entonces podrás volar.

-¡Ya lo creo! Mira.

Y cogiendo la puntas de la capa blanca que llevaba, se marchó volando por la calle arriba.

-¡Eh! ¡Eh! ¡Rey Negro! ¡No te vayas!

-Ya estoy aquí. ¿Qué quieres, Celia?

-Que no te marches sin dejarme los juguetes que te he pedido en mi carta.

-¿No los ves?

¡Qué tonta! Estaba el balcón lleno de cajas, y yo no había visto nada entonces.

-¿Me has traído la cocina?

-Sí, dos cocinas.

-¿Y el borrego?

-Un borrego y una cabra.

-¿Y el Teddy Bear?

-También.

-¿Y la vajilla?

-La vajilla, y un reloj, y cazolitas, y libros, y rompecabezas, y una raqueta...

-¡Huy, qué bueno eres! Y ahora que me fijo en ti..., ¡cuánto te pareces al lacayo de tita Julia!

-¡Como que es mi hermano!

-Anda, si lo sé antes le doy a él la carta para que te la llevase y así me hubieras traído más cosas aún...

-¿Te parecen pocas?

-No, no; no son pocas. Pero te hubiera dicho que no te olvidaras de Solita, la niña del portero.

-No me olvido nunca.

-Pues hijo, el año pasado no le trajiste nada.

-Sí, le traje; pero te quedaste tú con ellos...

-¡Jesús, qué mentiroso!

-¡Niña! ¿Cómo hablas así a un santo?

-¡Ay, Rey Negro! Perdóname, pero no sé cómo decirte que no dices la verdad...

-Sí, digo la verdad. ¿No crees que es demasiado para ti todo lo que te he traído por orden de Dios?

-No sé...

-Solo dejo juguetes en los balcones de los niños ricos; pero es para que ellos repartan con los niños pobres. Si tuviera que ir a casa de todos los niños no acabaría en toda la noche...

-Sí, sí, ya comprendo. ¿Entonces debo repartir con Solita lo que me has dejado?

-Eso es. Yo no puedo detenerme más. Está amaneciendo y aún me queda mucho por hacer.

No sé por dónde se fue ni cuándo me metí en la cama, porque me quedé dormida y no desperté hasta que entró la luz del día en mi cuarto. Me volví a levantar (entonces sí que hacía frío), me abrigué con la colcha y salí al balcón.

-¡Solita, Solita! -grité, porque ya estaba Solita barriendo la puerta-. ¡Mira lo que nos han traído los Reyes!

Desaté todos los paquetes, y con las cuerdas hice una muy larga que llegaba a la calle.



-Espera, que te voy a echar una cabrita -y se la mandé bien atada en la punta de una cuerda.

-Y ahora unos libros... -y se cayeron; pero todos llegaron al suelo.

-Y una caja con una cocina.

¡Cómo bailaba Solita!

Detrás de mí, dijo papá:

-¡Pero qué estás haciendo, niña!

-Repartiendo los juguetes.

-¡Entra dentro, criatura, que hace un frío horroroso! Milagro será que no hayas cogido una pulmonía! ¡A la cama!

¡Qué voces daba!

-¡Pero papá, si me ha mandado el Rey Negro que le dé a Solita juguetes, porque también son para ella!

-Veremos lo que dice tu madre de eso. ¡Abrígate bien!

-Mira papá, el Rey Negro me lo ha explicado todo...

-¡No digas más tonterías! Todo eso lo has soñado o lo has leído en alguna parte.

-¡Que no, papá, que no! Mira, yo te diré...

-¡Nada, no me digas nada! ¿Qué es lo que le has dado a Solita?

-Una cabra...

-¡Válgame Dios! ¡Un juguete carísimo!... ¿Entras en calor?

-Sí, sí; ya no tengo frío... Verás papá, yo te contaré...

-¿Te quieres callar? Las niñas no mienten ni creen que es verdad lo que sueñan...

De pronto apareció Juana haciendo aspavientos.

-Señor, aquí está Pedro, el portero, con unos juguetes que dice que...

-Bueno, bueno -interrumpió papá-; dígale usted que son para su hija, que se los dé...

-¡Ay, papá, qué bueno eres! ¡Ya lo sabía yo!

-Lo que no sabes es la que nos va a armar tu madre en cuanto aparezca.

¡Y ya se oían los pasos de mamá...!"



-- Elena Fortún, Celia, lo que dice

En vez de comentar yo misma el texto, como suelo decir, que cada uno saque su propia lectura ;)

Feliz Día de Reyes.

1 comentario:

Fiora dijo...

1) Igualmente ^^
2) PRIMER!! (xD)
3) ¡¡¡Adoro los libros de Celia!!!
4) ¡Me ha encantado la entrada!^^

Va a ser que tiene razón el rey Negro.

Un beso!! ;)