El refugio perfecto (y Ella Baila Sola)

"La entrada al callejón de la Inquisición era una sencilla arcada encalada que contaba con una antigua verja oxidada que, ya en aquellos tiempos, siempre estaba abierta. Las malas hierbas crecían por doquier, en cada resquicio que dejaban las piedras. Todo en realidad tenía un aspecto abandonado. A Nuria le sorprendió darse cuenta de que el callejón daba a parar al mismísimo río."

Hoy he tenido un sueño de lo más simbólico. Estaba yo subida a una barca en el río (el río Guadalquivir, claro). No recuerdo bien si iba acompañada de alguien, pero creo que sí. El caso es que era de noche, estábamos completamente solos y la barquita, que por cierto, era de las antiguas, empezó a hacer aguas y a tambalearse.

¿Qué hago aquí, dónde estoy, dónde voy?
se quejan los fantasmas en mi mente.

Era realmente agobiante. Intentaba buscar una salida y no la había por ninguna parte. En los márgenes del río, la ciudad parecía muerta, apagada. Ni un alma que pudiera socorrernos. Y empecé a preguntarme quién demonios me habría mandado a mí embarcarme en semejante aventura.

Respirar, avanzar, respirar,
cansancio acumulado lentamente.
Intentar explicar mi verdad
y levantar la frente.

De repente, por arte de magia (porque las cosas suceden así en los sueños), mis ojos ven algo que no habían visto antes. No era como en la realidad, ni tampoco como yo lo describo, porque en el sueño, sus escalinatas bajaban justo hasta el nivel del río. Era la trasera del Callejón de la Inquisición, que aunque suene a muchas cosas malas, a mí en ese momento me supo a gloria.

Por cada buena acción, hay un justo castigo;
razones suficientes para hacerle un desplante a mi destino.

Entonces, y solo entonces, me sentí segura. Os puede parecer una tontería, pero vi las escaleras y pensé: "Vale, si nos hundimos, puedo llegar nadando hasta el callejón y subir las escaleras."

Y aquí voy a parar a tomar un respiro.

Pues mira, sí. Hoy me voy a tomar un respiro, voy a refugiarme en mi mundo, con mis personajes a los que adoro, y voy a hacer aquello que más me gusta. Hoy son solo ellos y yo. Y al resto del mundo, que le vayan dando.
Hoy no me van a ver el pelo por casa. Mañana, Dios dirá.

Razones suficientes para hacerle un desplante a mi destino.
Que todos sigan mientras yo miro,
que todos bailen y, si me decido,
bailaré yo sola...

... pero a mi ritmo.

Gracias a los que ayer se empeñaron en hacerme salir de nuevo a la pista de baile, a los que me convencieron de que no voy en la barca porque sí, sino porque lo que hago sirve para algo, los que me demostraron, en fin, que resulta que no bailo tan sola como yo me creía. Vosotros sabéis quiénes sois. Gracias, mil gracias.