domingo, 4 de septiembre de 2011

B-612

Todos tenemos un punto de referencia. Un origen de coordenadas. Un centro de nuestro universo hacia donde mirar para saber si estamos "cerca" o "lejos", para dar sentido a esos dos conceptos tan relativos.

Ella es mi punto de referencia. Si la conocierais como yo, entenderíais por qué, aunque puedo vivir sin ella, e incluso ser feliz, en cierto modo siempre le perteneceré (que no me pertenecerá). También sabríais por qué necesitaba marcharme de su lado, por qué tenía que poner tierra de por medio, y por qué, pese a eso, sueño con volver a verla. Por qué, aunque era todo mi mundo, no podía conformarme solo con ella.

Si la conocierais como yo, sabríais, como yo sé, que no está libre de reproche. Engreída, ignorante, absorta en sí misma. Provinciana en el fondo, mas con ínfulas de reina. Maleducada en ocasiones, beligerante, perezosa, artera, asfixiante, charlatana, desorganizada, pagada de sí y hasta de sus defectos.

Sin embargo, si la conocierais como la conozco yo, entenderíais también por qué la amo. Veríais que bajo su máscara de presunción esconde una lealtad sin límites, una fuerza intrínseca y una insondable hondura de sentimientos. Veríais que también es capaz de ser inteligente, creativa, culta, amable, comprometida. Cálida y sonriente.

Si la observáis con atención, os revelará sus más hermosos secretos. Si la escucháis en el silencio, os inspirará, como ya lo hizo en el pasado con otros genios. Si le dais la mano de noche, os hará vivir los momentos más divertidos, extraños, intensos, locos, bohemios e increíbles de vuestra vida. Si decidís acompañarla de día... os llenará de luz. Si esperáis hasta la época en que florece, os hará dudar de si está más hermosa cuando se enluta o cuando sale de fiesta. Si conseguís que ella sienta que es centro de vuestra atención, desplegará solo para vosotros todo su aroma y todo su arte. Y entonces sabréis que se puede ser feliz simplemente admirando la belleza.

Si supierais todo esto, si la vierais como la veo yo, entenderíais por qué, aunque me encuentre con otras parecidas a ella, nunca la igualarán a mis ojos. Por qué, aunque otros me acojan con los brazos abiertos y una sonrisa franca, algunos días recuerde su desdén y lo añore.

Por todas las horas que pasé con ella. Por el tiempo que le dediqué, o que me dedicó. Por cómo es, por las cosas que viví y porque crecí al abrigo de su calor. Por todo eso, ella es única en el mundo.

Dentro de un tiempo, quién sabe si más pronto o más tarde, volveré a su lado. Me muero por contarle todo lo que estoy aprendiendo. :)



2 comentarios:

Daniel Pérez dijo...

Ahora que está lejos la apreciamos, cuando no podemos tenerla la deseamos. Gran entrada, grandes verdades.

papalbina dijo...

me he perdido... debe de ser que es lunes :P